Así atacan los virus de la gripe
Los virus de la influenza matan a muchas personas cada año. Pero una vez, cada generación, pueden acabar con millones.
Nuestro sistema inmune reconoce a los virus comunes previamente contraídos y los bloquea. Pero cuando un nuevo virus desconocido pasa sin ser detectado, los problemas comienzan.
El portador de un devastador virus de la gripe puede ser cualquier persona, incluso un inocente niño. A cualquier lugar que vaya, podría llevar consigo el riesgo. Cada vez que tose, cada vez que toca algo es una posibilidad de que el virus se transmita.
Las primeras señales de la gripe son como las del resfriado común, y puede tardar horas o días para que los síntomas más serios aparezcan. Y por eso, nadie sospecharía que esa pequeña criatura podría ser el origen de una pandemia de escala global.
Los virus de la gripe terminan con la vida de muchas personas cada año, pero, una vez cada generación, una pandemia de gripe mata a millones.
¿Cómo ataca un virus de la gripe?
Los virus son gérmenes muy pequeños. Están hechos de material genético dentro de un recubrimiento de proteína. Son organismos infecciosos que necesitan invadir una célula para poder reproducirse.
El virus inocula su ADN o ARN en el interior de la célula y la obliga a replicar su material genético, causando a la vez la muerte celular, que libera nuevos virus capaces de infectar otras células. Algunos virus no matan las células que infectan, pero en cambio alteran sus funciones, y en general afectan de manera específica a un tipo de células concretas (digestivas, respiratorias, etc.).
Los virus se propagan por diferentes vías: ingesta, inhalación, mediante secreciones sexuales, a través de picadura de insectos, por trasfusiones sanguíneas o en el canal del parto. A pesar de esto, el cuerpo humano dispone de mecanismos de defensa para hacer frente a las infecciones víricas, comenzando por la piel, que actúa como barrera física.
Al penetrar en el organismo, la presencia del virus pone en marcha el sistema inmunológico, que activa unos tipos de glóbulos blancos especializados en la defensa contra los virus: los linfocitos y los monocitos, que se encargan de reconocer los virus y las células afectadas por ellos, atacar y frenar la infección. Al superar una infección vírica se crearán anticuerpos contra este virus, con lo cual se dará una respuesta más rápida contra el mismo en caso de reinfección. Esto es lo que se denomina inmunidad, que se adquiere también mediante las vacunas para determinados virus.
Ante la gripe, la reacción del sistema inmune puede causar, entre otros padecimientos, inflamación severa. En ciertos casos, el virus por sí mismo tal vez no mata a su huésped, pero la inflamación puede hacer que sangre y otros fluidos se acumulen en los pulmones, provocando que el paciente se ahogue.
Cuando los virus de la influenza que afectan a distintas especies infectan a otros animales, como los cerdos, dichos virus pueden mutar. Como los virus están hechos de ARN, su material genético está en constante cambio. Al mutar, el ARN puede hacer que el virus se vuelva menos peligroso, pero en determinadas circunstancias podría volverlo más letal.
Y una vez que se produce la transmisión de humano a humano, debido a nuestro estilo de vida, hábitos y prácticas de viaje tanto local como internacional, puede ser cuestión de días para que un virus sea llevado alrededor del mundo, provocando una pandemia.
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